Aceptar tus imperfecciones: la belleza del ser humano imperfecto

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Nada es perfecto; nada es imperfecto. La perfección y la imperfección residen en tu percepción.

-Debasish Mridha-

Vivimos en una sociedad que constantemente nos muestra versiones supuestamente «perfectas» de la vida: cuerpos sin una marca, sonrisas sin tristeza, éxitos sin fracasos…. Sin embargo, qué es la perfección y quién define que es lo perfecto.

Si seguimos la “perfección” que marca nuestra sociedad, es algo imposible de conseguir, pues la verdad —la que muchas veces evitamos creer— es que todos tenemos «imperfecciones». Partiendo de estos criterios, si observamos y pensamos bien, ahí, justamente ahí, en la imperfección, está nuestra belleza más auténtica.

Aceptar nuestras imperfecciones no significa resignarse ni dejar de crecer. Significa mirarnos con compasión, reconocer que somos humanos y entender que nuestras cicatrices, errores y rarezas forman parte de una historia única: la nuestra.

¿Por qué nos cuesta tanto aceptar nuestras imperfecciones?

Porque desde que nacemos nos enseñaron que equivocarse es fracasar, que ser diferente es raro y que tener «defectos» es algo que debemos ocultar o corregir. Nos comparamos, nos creemos lo que nos dicen y nos juzgamos, convirtiéndonos, muchas veces, en nuestros peores críticos.

Pero lo cierto es que nadie está completo sin sus grietas. Son esas pequeñas fisuras las que permiten que entre la luz.

La belleza de lo imperfecto

Las personas más auténticas, las que nos inspiran, no son perfectas. Han aprendido a mostrarse tal como son, con vulnerabilidad y valentía. Y eso es profundamente hermoso y es lo que buscamos de las personas, lo que nos llama más la atención.

Lo imperfecto tiene alma y es único. Una palabra pronunciada diferente, una risa que se escapa en el momento menos oportuno, una arruga que recuerda la vida recorrida, una cicatriz que simboliza una batalla superada…. Todo eso cuenta quién eres, sin filtros ni ediciones.

¿Cómo empezar a querer nuestras imperfecciones?

Aquí algunos pequeños pasos que pueden ayudarte a reconectar contigo desde el amor:

Habla contigo como hablarías con alguien que amas

¿Le dirías a una persona que amas las cosas crueles que a veces te repites? Aprende a cambiar el diálogo interno por uno más respetuoso.

Haz las paces con tus errores del pasado

Lo que fuiste también te trajo hasta aquí. No reniegues de tu camino: intégralo y abrázalo.

Encuentra belleza en lo cotidiano

Mira tus curvas, tus arrugas, tus cicatrices…. Hay poesía e historia en cada detalle si aprendemos a mirar con otros ojos. 

Un ejercicio, quizás difícil, pero muy poderoso, es mirarte a los ojos en el espejo cada mañana, pero mirarte cómo mirarías a una de las personas que más amas. Con este ejercicio descubrirás, realmente, que los ojos son la puerta del alma e irás viendo todo lo bueno que tienes.

Escribe una carta a ti mismo/a desde el amor

Agradécete lo que has hecho por ti, valora tus caídas porque hicieron que te levantaras cada vez con más fuerza y aprendieras a caer con menos dolor, reconoce tu valor hasta de las pequeñas cosas, agradece tus “defectos” porque son los que te hacen único/a…. 


Aceptar nuestras “imperfecciones” es un acto de valentía en un mundo obsesionado con la perfección. Pero es que somos poco conscientes de que el querer alcanzar la perfección, como dijo Alfred de Musset, es la más peligrosa de las locuras. Nunca tiene fin.

La verdadera belleza no grita, no necesita aprobación. La verdadera belleza se encuentra en quien se atreve a ser como es.

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